Autonomía interior: una valiosa competencia
Marilen Stengel*
En tiempos en los que el mundo exterior se restringe, como hoy a raíz
del COVID-19 y que de alguna manera inaugura “la nueva normalidad”, nos
enfrentamos a cambios profundos que afectan no solo cómo trabajamos y
estudiamos (y cómo lo haremos de ahora en más), sino como vivimos y nos
relacionamos con otros. Estos cambios en el mundo externo, con todo lo
dolorosos que son, también traen un regalo, una posibilidad luminosa que en “tiempos
normales” pocos de nosotros hubieran considerado con la seriedad necesaria: conocer,
habitar y expandir nuestro mundo interior.
Alfred Langle, Logoterapeuta
austríaco y escritor, autor de Vivir con sentido, afirmó en una conferencia
ofrecida a comienzos de la pandemia, “Cuando el mundo
externo se reduce, muchos de los problemas que surgen tienen que ver con que
pasamos más tiempo con nosotros mismos y no estamos acostumbrados”. No solo
no estamos acostumbrados a estar con nosotros mismos, sino que en muchos casos,
por ese mismo motivo, nos conocemos
poco. Porque pensándolo bien, ¿por qué debería resultar cómodo pasar más tiempo
con un desconocido incluso si ese desconocido fuera yo misma?
Lo cierto es que vivimos a caballo de dos mundos, uno interno y otro
externo. El externo, a pesar de su inmensidad y vairedad, es mucho mas pequeño
que el que cada uno de nosotros lleva dentro. Este espacio propio e interno es
infinito y esta lleno de riquezas, a pesar de lo cual, el que tiende a mandar y
marcar el rítmo de todo lo que hacemos es el mundo externo. En este último trabajamos,
amamos, nos relacionamos, aprendemos, nos divertimos… Es este mundo externo el
que nos saca hacia afuera y nos propone innumerables opciones y experiencias. Y
eso no es malo en absoluto. El problema sobreviene cuando de tanto estar afuera
nos olvidamos de como es estar dentro, de como era estar conmigo misma, de como
es habitarme de manera tranquila y amorosa.
Lo cierto es que podemos volver a relacionarnos con esa riqueza si
contactamos con tres aspectos que nos conforman: nuestro cuerpo, nuestra
psiquis, nuestra espiritualidad.
Para conectar
con mi cuerpo necesito volver a sentirlo, reconocer como lo habito, de
qué forma le doy lo que necesita (descanso, alimento, ejercicio), en síntesis,
las preguntas serían: ¿cuánto escucho los mensajes que me envía mi cuerpo? Y, ¿cómo los atiendo?
Para explorar y reconocer mi
mundo psíquico puedo comenzar por preguntarme ¿Soy
buena conmigo misma? Si no lo soy, ¿Por qué no lo soy? ¿Cómo dialogo conmigo
misma? ¿Me gusta quién soy? ¿Me siento en deuda con otros o culpable por algún
motivo? ¿Puedo apreciarme? Las respuestas a estas, entre otras muchas preguntas,
nos vuelven a unir con ese universo vasto y rico que es la propia psicología.
Me devuelven la sensibilidad respecto de cómo estoy y cómo me siento en dicha
dimensión.
Y por
último, aunque no menor, esta nuestra dimensión espiritual. Una
dimensión que nos relaciona con todo lo significativo y valioso, con aquello
que le da profundo sentido a nuestra existencia. Y para abordar este santuario
podemos preguntarnos: ¿Qué
cosa buena le dio sentido a mi día hoy? ¿Para qué quiero vivir
mañana? ¿Quiero
vivir como lo hago? ¿Necesitaría cuestionar mi estilo de vida? ¿Aquello por lo
que viví ayer, sigue valiendo la pena hoy?
Porque como
decía Víctor Frankl, neurólogo, psicoterapeuta y escritor vienés que sobrevivió
a varios campos de concentración y fundó la Logoterapia (logos= sentido,
terapia= lo que cura: el sentido que cura), toda vida, toda existencia tiene
sentido, la tarea humana e individual es descubrir cuál ese sentido. Dicha
indagación nos lleva necesariamente a preguntarnos ¿para qué quiero
vivir? Y según Frankl ese sentido está relacionado con vivir para algo, para
realizar alguna tarea, llevar adelante algún proyecto y vivir para alguien
porque mucho del significado existencial se halla en mi vida de relación con
otros.
Expandir
mi mundo interior me permite, entonces, volver a contactar con ese motivo, con esa
fuerza que me tiene conectada y maravillada por la belleza de la aventura que
implica vivir.
En estos momentos de incertidumbre y por momentos de agotamiento, me encantó leerte. Nos cuesta a veces considerarnos y tener en cuenta las tres dimensiones. Beso y gracias!
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