¿Qué mujeres mejoran los resultados de las empresas?
El Fondo Monetario Internacional (FMI) promueve la
incorporación de las mujeres al mercado laboral europeo para combatir el
estancamiento económico. De hecho, el 7 de marzo de este año, un día antes del Día Internacional por los Derechos de la
Mujer y la Paz Internacional, dicho organismo publicó
un informe en el que señala que con más mujeres en puestos de dirección en las
organizaciones, la economía se dinamizaría por dos razones: habría un aumento
en la oferta total de trabajo y los resultados empresariales mejorarían.
Hay estadísticas y muchos estudios que muestran que
el organismo que preside Lagarde está en lo correcto. Sin embargo, en mi
opinión, esta realidad no es necesariamente
lineal. La pregunta es, ¿toda mujer por el simple hecho de serlo aporta un
diferencial a su contexto laboral?A partir de mi experiencia personal y como consultora que ha trabajado en el desarrollo de equipos femeninos de alto rendimiento, puedo decir que las mujeres que marcan una diferencia están en todos lados. Son madres o no, trabajan dentro de sus casas, afuera o en ambos espacios. Son emprendedoras, empleadas, voluntarias, empresarias, artistas, políticas, líderes sociales, hacen leyes, aplican la justicia, cuidan, educan … y la mayoría de las veces, más de una cosa a la vez.
Las mujeres que aportan un diferencial son, en mi
opinión, aquellas que comprendieron que con la presencia femenina no es suficiente. Son aquellas que hace rato
entendieron que si bien “el cupo” es importante para comenzar a nivelar la
participación de las mujeres en la política y que estar sentadas en las mesas
en las que se toman decisiones en las organizaciones es indispensable, no
alcanza. Presencia sin influencia no cambia el mundo como
necesita hacerlo.
En mi opinión, la humanidad necesita repensar qué y
cuanto consume, cómo se invierte el dinero público, cómo evitar las guerras,
minimizar los niveles actuales de pobreza, cómo combatir la marginación, la
explotación y la trata de personas, los índices dolorosos de violencia contra
niños y mujeres para que “ni una menos” deje de ser una quimera. Necesitamos
generar una cultura de respeto por todo lo que vive y mucho de lo que estamos
haciendo conspira abiertamente contra nuestra propia supervivencia como especie.
Lo cierto es que el mundo tal y cómo está sencillamente no es sustentable. Por
eso, que más mujeres lleguen a espacios públicos y de poder es importante, pero
más importante es qué tipo de mujer
llega. Si la que llega lo hace para cumplir con una ambición exclusivamente
personal y deja sin cuestionar las decisiones que se tomaron y que nos han
traído a nivel nacional y global a la realidad actual, ¿por qué sería relevante
que ella ocupara ese lugar? Por el
contrario, las mujeres de influencia
son las indispensables porque saben que este es el reto, este es el desafío.
Hacer algo diferente para que la realidad cambie. Y generar masa crítica para
llevarlo adelante. ¿Es mucho pedir de nosotras? Tal vez. Porque también es
cierto que todavía hoy una mujer no vale lo mismo que un varón, no sólo porque
se le llega a pagar hasta un treinta por ciento menos por igual trabajo y con
la misma calificación que a un hombre, sino porque lo que es considerado
“tradicionalmente femenino”- el cuidado, la ternura, el diálogo, la horizontalidad,
la negociación, etc-, sigue estando subvaluado. Pero, a la vez, es precisamente
en esta conciencia donde anida la fortaleza. El machismo no es sólo una
cuestión de hombres, también de mujeres. Las que importan, las que influyen
saben esto y enseñan, trabajan y muestran una manera de hacer diferente.
Por todo esto, hoy más que nunca, la pregunta que
aparece con más fuerza es, ¿cómo vamos a cambiar presencia por influencia?
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