¿Los
‘millennials’ solo quieren amas de casa?
Por Stephanie Coontz
3 de abril de 2017 New York Times en Español
Se suponía que los millennials, generalmente definidos como
personas nacidas entre 1982 y 2000, eran la generación que forjaría lo que
hemos llamado “un nuevo consenso” a favor de la igualdad de género. En febrero,
Jeffrey Sachs, el escritor y profesor de la Universidad de Columbia, calificó las elecciones de
2016, donde una candidata femenina extremadamente calificada perdió contra un
hombre con un historial de falta de respeto a las mujeres, como “un tropiezo”
en el camino a una sociedad igualitaria en Estados Unidos, la cual se alcanzaría
una vez que los votantes millennials superen en número a los ancianos
conservadores.
Sin embargo, la categoría millennial agrupa a todas las personas
de 17 a 34 años, un grupo con variedad de raza, etnia, religión, ingresos,
educación y experiencia de vida. No creas ni por un segundo que están unidos.
Como revela una serie de informes publicados el viernes por el Council on
Contemporary Families (consejo de familias contemporáneas), hay menos
millennials jóvenes —de entre 18 y 25 años— que apoyan los modelos familiares
igualitarios en contraste con el mismo grupo de edad hace veinte años.
Utilizando un sondeo que ha monitoreado las actitudes de los estudiantes
del último año de la preparatoria durante casi 40 años, los sociólogos Joanna
Pepin y David Cotter encontraron que la proporción de jóvenes que mantienen
opiniones igualitarias sobre las relaciones de género aumentó en Estados Unidos
desde 1977 hasta mediados de los noventa, pero desde entonces ha disminuido.
En 1994, solo el 42 por ciento de los estudiantes del último año de
preparatoria estaban de acuerdo en que la mejor familia era aquella en la que
el hombre era la principal fuente de ingresos y la mujer se ocupaba de la casa.
No obstante, en 2014, el 58 por ciento de los estudiantes del último año de la
preparatoria dijeron que preferían ese arreglo. En 1994, menos del 30 por
ciento de los estudiantes de ese mismo nivel educativo pensaron que “el esposo
debe tomar todas las decisiones importantes en la familia”. Para 2014, casi el
40 por ciento se había adherido a esa premisa.
Otro sondeo encontró una
tendencia similar, en este caso concentrada principalmente entre los hombres.
En 1994, el 83 por ciento de los hombres jóvenes rechazó la superioridad de las
familias en las que el hombre sirve de sustento. Para 2014, la cifra de rechazo
había caído al 55 por ciento. El desacuerdo de las mujeres disminuyó mucho
menos, pues pasó del 85 por ciento en 1994 al 72 por ciento en 2014. Desde
1994, la confianza de las mujeres jóvenes en que aquellas con empleo son tan
buenas madres como las que se quedan en casa ha seguido aumentando. De hecho,
para 2014, los hombres de 18 a 25 años eran más tradicionales que sus mayores.
Este retroceso en el apoyo a la igualdad de género pudo haber sido un
factor en las elecciones presidenciales de Estados Unidos de 2016, a pesar de
que los votantes de 18 a 30 años eran más propensos que cualquier otro grupo de edad a
votar por Hillary Clinton.
No solo son los millennials más jóvenes quienes parecen
resistirse a continuar con la revolución de género. En general, los
estadounidenses de entre 18 y 34 años se sienten menos cómodos que sus mayores
con la idea de que las mujeres desempeñen papeles que históricamente tienen los
hombres. Además, los hombres millennials son significativamente más
propensos que los hombres de la generación X o los baby boomers a decir que la
sociedad ya ha hecho todos los cambios necesarios para crear la igualdad en el
lugar de trabajo.
¿Acaso estamos enfrentando un estancamiento o incluso un giro en el
cambio hacia la igualdad de género? Esa es una posibilidad, especialmente si continuamos
fijando nuestras esperanzas en un proceso evolutivo de liberalización
generacional. Sin embargo, existen pruebas considerables de que la disminución
del apoyo a los modelos domésticos “no tradicionales” se debe a que los jóvenes
son testigos de las dificultades experimentadas por los padres en las familias
donde hay dos fuentes de sustento. Un estudio reciente de 22 países europeos y
de habla inglesa encontró que los padres estadounidenses reportan los niveles
más altos de infelicidad en comparación con quienes no son padres, una
diferencia que según los investigadores “se explica totalmente”
mediante la ausencia de políticas que respalden el equilibrio laboral y
familiar.
No es de extrañar que algunos jóvenes piensen que los modelos familiares
más tradicionales podrían hacer la vida menos estresante. De manera reveladora,
el apoyo a la igualdad de género ha seguido aumentando entre todos los grupos
de edad en Europa, donde la norma son las inversiones públicas sustanciales en
servicios asequibles y de alta calidad de cuidado de niños, así como las
vacaciones pagadas para padres y madres.
La disponibilidad de esas opciones pesa cada vez más por encima del
apoyo cultural a los modelos tradicionales de género. Cuando a los jóvenes
estadounidenses se les pregunta acerca de sus aspiraciones familiares, la gran
mayoría elige compartir el sustento familiar y el cuidado de los hijos si se
menciona la opción de políticas de trabajo compatibles con la familia.
Además, las ventajas financieras de las parejas donde ambos son
asalariados en comparación con las familias donde solo los hombres sirven de
sustento familiar han aumentado considerablemente en los últimos años, y una
división desigual del trabajo doméstico se ha vuelto cada vez más dañina para
las relaciones. La minoría de parejas que logran dividir las tareas domésticas
y la crianza de los hijos también reportan mayores niveles de satisfacción
sexual y matrimonial, así como sexo más frecuente, en comparación con los
hombres y las mujeres de hogares donde la esposa realiza la mayor parte de los
quehaceres domésticos y de crianza de los niños.
Sin embargo, la mayoría de los padres jóvenes no podrán mantener valores
y prácticas igualitarias sin mejores políticas laborales y familiares. Debe ser
posible alcanzarlas, pues más del 80 por ciento de los estadounidenses —y una
fuerte mayoría de ambos sexos— apoya el permiso de maternidad remunerado y el
70 por ciento también está a favor de que se otorgue a los padres. Entre las
personas de 18 a 29 años de edad, la cifra se eleva al 91 por ciento para
quienes están a favor del permiso pagado para las madres y el 82 por ciento que
está a favor del permiso para los padres.
Solo si obtenemos esas reformas podríamos darnos cuenta de un fenómeno:
en lugar de que los jóvenes abandonen su idealismo igualitario, lo cual podría
suceder según la percepción popular, en realidad más jóvenes podrían adoptar
esa mentalidad. Eso crearía la mayor cantidad de modelos familiares
igualitarios hasta el momento.
Stephanie Coontz, profesora de historia y estudios familiares en
Evergreen State College de Olympia, Washington, es directora de investigación
del Council on Contemporary Families y autora de "The Way We Never Were:
American Families and the Nostalgia Trap".
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