DÍA DE LA MUJER 2019
La deuda interna de las mujeres
Por Marilen Stengel*
Si las mujeres queremos que las cosas cambien para nosotras
en el mundo de las organizaciones, en el de la política y en el extra doméstico
en general, necesitamos en forma urgente que más de nosotras hagamos algo
diferente. Algo que no tenemos que pedirle a nadie más que haga en nuestro
lugar.
En principio, necesitamos dejar de decir “a mí no me
discriminación por ser mujer para ascender en mi trabajo”, “yo nunca viví
ninguna situación diferente a la que viven los varones”, “yo no veo
discriminación hacia nuestro género”, como si la experiencia personal
constituyera, por si sola, todas las experiencias. En la Argentina la brecha
salarial entre varones y mujeres es del 23% (en el mejor de los casos) pero en
contextos agrícolas llega al 50%, los períodos para ascensos son más extensos
para mujeres que para varones (tanto en el ámbito público como privado), y esto
lo dicen las estadísticas oficiales, no es una opinión.
Necesitamos dejar de vivir y pensar dentro de un paradigma
de la escasez, es decir creer que como hay menos puestos para nosotras, cada
una debe declarar una guerra sucia contra la “competidora” para lograr esa
posición que le interesa. Porque en la guerra sucia cualquier estrategia es
válida, incluso la calumnia, la humillación o lisa y llanamente el boicot.
Cuando compito de esta manera, solo dejo a colegas heridas en el camino,
colegas que jamás querrán colaborar otra vez conmigo. Asimismo, y no es un
detalle menor, cuando hago esto contribuyo a generar una cultura en la que las
mujeres infligimos estas acciones sobre otras personas, independientemente de
su género. Y si seguimos institucionalizando estas actitudes, no solo estaremos
haciendo más de lo mismo, algo que no cambia un paradigma que también hiere y
lastima hoy a los varones, sino que promoveremos contextos en los que competir
es más importante que colaborar. Todos los que formamos parte o trabajamos en
organizaciones de cualquier tipo sabemos perfectamente cómo termina esto: todos
perdiendo y con objetivos sin cumplir.
Necesitamos dejar de mirar a las mujeres en edad de procrear
como potenciales costos, como futuros próximos de incomodidad cuando se
embaracen y tengan licencia por maternidad y suframos un desorden en el equipo
porque ellas ya no estarán allí para producir aquello para lo cual las
contratamos. Una mujer no es un conejo, ¿cuántas veces va a embarazarse? Por el
otro lado, ¿cuánto dura una licencia por maternidad? Cuando excluimos a las
mujeres por ser madres (reales o potenciales), lo que estamos manifestando son
nuestros propios valores. Unos en los que tanto cada una de nosotras, como todo
el resto, vale en tanto engranaje de la línea de montaje que produce los
resultados que la compañía precisa.
Necesitamos dejar de pensar (¡nosotras también!), que la
generación de los Baby Boomers o incluso la X es “difícil” porque la relación
que tienen con la tecnología no es lo suficientemente fluida como para
comprender y administrar el mundo actual y sus desafíos, y que esto además
genera tensión con los nativos digitales. Necesitamos revisar la idea de que la
generación Z es vaga y falta de motivación, que lo único que quieren es viajar
por el mundo y ser irresponsables...
La única realidad es que el mundo es diverso per se, en
edad, en color, en ideologías, en talentos, en expectativas… lo ha sido siempre
y siempre lo será. Para lograr mayor equidad necesitamos ejercitarla de manera
más extendida y vigorosa. Porque cuando gana el prejuicio, pierde el talento. Y
eso en verdad es una tragedia porque no tiene remedio.
Y, por último, ¿qué derecho tengo a pedir que se me trate de
una manera equitativa respecto de mis colegas varones, si no estoy dispuesta a
ofrecer yo misma primero dicho tratamiento? Además, ¿con qué argumentos voy a
pedirle a un varón que tenga otras actitudes en relación a las mujeres,
diferentes a las descritas en esta nota, si yo misma, como mujer, no estoy a mi
vez dispuesta a ofrecerlas?
Marilen Stengel* conferencista, escritora, su último libro es
El efecto Mujer.
Me encanto tu nota Marilen! Coincido en que el cambio empieza por nosotras mismas! Muchas gracias!!
ResponderEliminarValeria Laconich
Así, es Valeria, somos el cambio! Abrazo fuerte!
EliminarExcelente nota!! Tan real y actual . Creo que de alguna manera nosotras mismas generamos esta situación de competencia y rivalidad quizas por temor.. o quizas para parecer mas fuertes y rudas. Mas masculinas! Porque de lo contrario imaginamos que no podriamos competir a la par de los hombres! Groso error por cierto. Pero creo que por fin se está comenzando a cuestionar esta posición y somos nosotras las gestadoras de ese cambio. Un poco como lo planteas en la nota.. si no generamos un cambio de posición nosotras frente a nuestros congeneres quien lonva a hacer? No? Lic. Vanesa kellhammer
ResponderEliminarHola Vanesa! Una alegría tu comentario. Me siento muy cerca de lo que decis respecto de que somos nosotras las protagonistas de este cambio. Estoy convencida de que asi es! Abrazo
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