2019: ¿Cómo voy a evaluar mis resultados este año?
Por Marilen Stengel*
¿Cumplí mis objetivos? ¿En qué medida lo hice? ¿Cuáles quedaron en el
horizonte, agazapados, como oportunidades? Fin de año es una época de balances.
Evaluamos nuestra vida laboral, nuestro desarrollo profesional y también cómo
nos desplegamos afectivamente, a quienes vimos, con quienes compartimos más
tiempo y actividades y aquellos con quienes o no pudimos o no quisimos encontrarnos.
Reflexionamos acerca del tiempo que le dedicamos a nuestros amigos, a nuestras
necesidades, a nuestro ocio, al cuidado de nuestro cuerpo… Y hacerlo es bueno
porque nos permite comprender cómo invertimos nuestro tiempo, en qué y en
quienes. Nada más importante porque como decía Jorge Luis Borges, poeta
y cuentista extraordinario, “tiempo, esa sustancia de la que estoy hecho”.
Ahora bien, para evaluar nuestros resultados primero tuvimos que soñar con
acciones y con proyectos. ¿Qué soñamos para nosotras/os este año? ¿Qué es lo
que deseábamos conseguir? ¿Definimos una dirección? ¿Establecimos metas/objetivos?
¿Establecimos un criterio de evaluación? ¿Existe este siempre? Porque un sueño sin
estrategia es solo un sueño. La estrategia es aquello que nos permite
transformar un sueño en un plan de acción. Sin estrategia, tenemos bellos
sueños pero los sueños sueños son.
Pero aún
cuando las metas son imprescindibles, no lo son todo. Mucho de lo que
conseguimos y de la calidad de aquello que obtenemos tiene que ver con dos
actitudes que desplegamos viviendo y trabajando: ¿prevaleció la Exigencia
o la Excelencia? La exigencia tiene buena prensa. Cuando trabajo con
grupos este tema y pregunto quién se considera exigente, el 90% de los
participantes levanta la mano. El problema que plantea la exigencia es que pone
el foco en el resultado y solo en el resultado. Eso significa que “no importa
lo que hagas pero trae el resultado” se convierte en un mantra. Y entonces se
vulneran las reglas de la ética, se lastiman los vínculos, las personas se estresan…
Mientras que con la excelencia, el foco esta puesto en el proceso, en el camino
que recorro para lograr aquello que me propuse, la calidad y sustentabilidad
con la que logro aquello que me propongo. De hecho, todas las certificaciones
internacionales certifican procesos por este motivo. Entonces, ¿Con qué actitud
trabajé y me propongo trabajar en 2020 para conseguir aquello que deseo? Porque
también el cómo cuenta en lo que consigo.
Y por último,
Vícktor Frankl, neurólogo y terapeuta genial, sobreviviente de varios campos de
concentración durante la segunda guerra mundial decía que para ponderar nuestros
resultados necesitamos salir del eje Fracaso-Éxito porque mucha gente que “lo
tienen todo”, incluido el éxito, muchas veces tampoco se siente en paz o es feliz
con su vida. Por eso proponía incluir el eje Vacío- Sentido, en donde el
sentido tiene que ver con todo aquello que aporta profundo significado a la
vida de cada persona, un significado absolutamente personal. Por eso, cuando
podemos pararnos sobre este último eje la cuestión es más sencilla: si aquello que
logré está lleno de sentido, ¿realmente importa cuán exitosa haya sido?
Marilen Stengel*, escritora, conferencista, crea y
facilita experiencias de aprendizaje
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