lunes, 28 de enero de 2019


El décimo hombre: ¿liderar o morir?


Por Marilen Stengel

No conozco a nadie que lo niegue y, extrañamente- en un país en el que los acuerdos son dificilísimos de lograr- una abrumadora mayoría coincide en que vivimos en un mundo VICA (VUCA según las siglas en inglés):

-            Volátil, por los cambios sorpresivos que experimentan los mercados,

-          Incierto, por la falta de predictibilidad,

-          Complejo por la gran cantidad de factores interconectados que generan consecuencias difíciles de anticipar en su totalidad, y

-          Ambiguo, por lo que se requiere estar abiertos a más de una interpretación de la realidad, lo que necesariamente genera cierta opacidad en la decodificación de lo que acontece. 

Vivimos pues en un mundo VICA en el que gran parte de la estrategia de las organizaciones depende de que quienes las lideran sean capaces de pensar y prever los escenarios posibles en los que deberá desenvolverse para no quedar innecesariamente expuestos a la aleatoriedad circundante.

Dentro de un contexto con estas características, la regla del décimo hombre resulta una herramienta de saludable aplicación. Se la define como una táctica del sentido común que dice que cada vez que nueve personas estén de acuerdo en que algo es valedero o cierto, una décima persona debe defender la tesis contraria (aun si no está de acuerdo con ella), a fin de estar mejor preparados ante una eventualidad o tesis improbable.

Esta táctica tiene, desde hace años, una aplicación vastísima y exitosa en el universo de las fuerzas de seguridad y las agencias de inteligencia de todo el mundo. De hecho, en una nota del diario La Nación[i], una subcomisaria que integra la policía porteña, señalaba que en el trabajo en equipo que desarrolla en su área, se busca aplicar esta teoría porque “En muchas oportunidades, esa persona es la que da en la tecla”.  

Sin embargo, para que esta teoría funcione, la diversidad es indispensable. Entonces me pregunto, en un contexto en el que esta no es mayormente ni alentada ni celebrada, ¿estamos realmente dispuestos a hipotetizar a partir de las ideas de otros con quienes no compartimos ni cultura, ni generación, ni género, ni capacidades o conocimientos?

Creo que el que no lo esté, debería sinceramente recordar los efectos de la endogamia.

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